Darse cuenta del poder del dejar pasar. Del ver que la envidia no es deseo. Es el pasado. Descubrir el futuro en el presente, y que el futuro es el deseo de compartir. De seguir creciendo. Tener paciencia. Paciencia de la expectativa que no es más que eso. Una ilusión a futuro que nunca llega. Una negación al disfrute y goce del presente eterno que fue un par de caricias. Un manoseo con indulgente aire de inocencia de sueño húmedo. Un poema que asocia libremente la realidad en un silloncito en una terracita… todo chiquito ante la inmensidad de un fondo negro de flashes diminutos fractalizados en el flash único y enorme me estoy comiendo. Y doy gracias pero igual quiero más. Otro manoseo, obligado, miedoso. Inseguro. Una llamada de atención constante fruto de la inseguridad solo basada en la seguridad absoluta de la finitud de algo que nos gusta llamar amor y que se desvanece tan rápido como lo que dura pronunciar la palabra, dicha en vano tantas veces, y esperando una respuesta recíproca y correspondida. Se gasta. La palabra RESTA. Mata lo que le da vida. RESTA. DESEO.
Madre y padre primordial de ese despertar de suspiros y sollozos aniñados en el adulto que no quiere ser. Caricias cómplices que se acaban. De esas que hablan más que las palabras. De esas que confunden porque despiertan cosas. Carecen de palabras, protocolos y modismos. Nada más que el sentir. El respirar con ruido a playa mansa y sentir miedo. Dar miedo. Saber que el otro está pensando más no saber en qué. Que te digan basta sin palabras. Con esos hechos que duelen y de los que no hay catarsis – Es que no hay catarsis para lo que es mandado más que la concreción del hecho – La mentira que intenta opacar el miedo y es alimento del ego ajeno que perpetúa el autoengaño tan seguro de acabar en desengaño que deja al concepto de “relación” con ventaja. “Al paciente todo le llega”. Román te dice, como el i-Ching: “por algo será”.
Ahorrar y ahogar sesiones de psicólogo en vasos de fernet. Despertarte al otro día queriendo escapar… y seguir cansado. Cansado de los bastas sin palabras. Cansado de tener una colección de amores en empaques originales que pierden el valor en cuanto se abren. DESEO. Buda… te saludo tres veces.
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