domingo, 30 de enero de 2011

"Ayúdame Jebús!"

Es que tener te condiciona tanto.
Te pone en un lugar de acuerdo a la situación. Un situación privilegiada para realizar una acción. El después, si es buena o mala esa acción, es solo un juicio de valor. Una interpretación extraña al hecho en si, pero totalmente carente de objetividad. Tener te condiciona. Querer te condiciona a condicionarte. Una de cal y una de arena. Por eso te da y te quita. Porque la condición significa un estado. Implica un estado y por eso no podes tener el otro. Ahí es cuando empezas a flashear que la nada misma es el todo. Nosotros nos descabezamos por darle signficado a los resultados de nuestras condiciones.Somos adictos a condicionarnos. Adictos a la dualidad. A la contraposición. A la contradicción. Claro que siempre existe alguien a quien culpar. El tercero. Dios, karma, Diablo, Suerte, Maldiciones. Y siempre hay un salvador. Alguien que vio la luz. Buda, Jesús, Mahoma. Todos tipos normales. Tipos normales que se decidieron por no escuchar a su dios. Sino buscarlo. Dios no habla. Al menos no con palabras. Esas usamos nosotros, justamente, porque no somos dioses. Dios no te mira, solo te deja ser en sus ojos.

1 comentario:

  1. Después de las palabras, y antes de ellas... el silencio. Cuando realmente es silencio... Se alcanza el altar donde se produce la Teofanía.
    El dialogo de "Dios" con "Dios", en el hombre.
    Sin palabras.

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