martes, 14 de junio de 2011

Mi boxer con pañuelo II

No se donde voy a meter tantos perros. Podría ir armando un catálogo. Capaz así organizo mi cabeza y me dejo de romper las pelotas. Lo que pasa es que todavía no sé si los rescato yo, o alguien me los mete (a los perros). Como creo que toda relación es de a dos (o más) supongo que la culpa está repartida... digo... o sea... me meten el perro pero también yo levanto cualquiera por ahí... Sí, por ahí: en esa autopista de la información que te carcome el cerebro y te hace pensar - Con lo fácil que es - potencia tu estupidez innata para hacerte la película sobre la falta de responsabilidad que tiene el resto (y yo) para generarte sentimientos que ni vos entendés. Claro... "la gente te miente... te dice cosas lindas y después te la manda a guardar"... Ahí te metió el perro. ¡Si fuera un boxer con pañuelo! Pero no... es una cruza endogámica de un perro medio mogólico con deficiencias genéticas que derivan en un cancer cerebral que te va consumiendo de a poco: Usa tus propias debilidades, los propios perros que levantas por la calle, para dejarte aislado y solo en tus películas de bajo presupuesto (o de alto presupuesto malgastado, de fórmula, de... ¡De eso! ¡Decilo! ...) esas del "american dream" de la pareja que come perdices. Sí, tal cual. Y yo... que me creo tan diferente... tan por afuera de la debilidad humana de ser un idiota. No... lamento informarme de que todavía estoy preso en la cárcel de mi naturaleza. Que las alturas no son más que un par de escalones enclenques armados con cajones de manzana que no pueden soportar ni su propio peso. Que la megalomanía no es más que mi propia ruina negada por la retroalimentación infinita de mi estupidez (humana).

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