jueves, 26 de mayo de 2011

Cumpleaños

"dicen que hubo una fiesta paralela anoche..." RV... Funes... algún día allá (acá) por 2011.

Una fiesta no es un momento: es un proceso. Una neurosis. Desde lo individual a lo colectivo. Primero surge. Hay que organizarla. Esforzarse para, supuestamente, divertirse luego. Una fiesta siempre tiene una finalidad. Una fiesta siempre conlleva alguna duda: qué llevas para tomar, quién va, quién no va, qué música te pasa el dj, dónde es... Después llega "el momento" en sí. Después de neurotizarte dos semanas con qué podía pasar... qué no... Llegas y al principio caes en que toda expectativa es al pedo. La fiesta es la excusa para desplegar el plan de fiesta individual. Empieza el primer trago... para "ponerle onda"... para "aflojar". Ponerse a tono... como una orquesta. Después el yire. A ver quien hay. Después la complicidad con tus amigos. Otro trago (o unos cuantos). Miradas, chistes. Esos puntos suspensivos en un mensaje de texto... Una mirada cómplice seguida de una sonrisa que delata la malicia en el pensamiento. El lugar de la duda. Más tragos. Acá deviene ese instante duradero, que nos trae a este punto. O sea... al día después (o un par de días después). Porque tenés una laguna etílica en el marote y no te acordás un carajo lo que hiciste, dijiste, curtiste. O te acordás y te haces el boludo. O te parece que fue un sueño. Sabés que la pasaste bien.

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