sábado, 12 de febrero de 2011

Mi adicción dominante.


El otro día vi un documental que hablaba sobre el contacto humano: Sobre el tacto. Decía que si los bebés no tienen contacto humano, si no los tocan, se mueren.
Hoy, como muchos otros días, me di cuenta que necesito una dosis de tacto. Si. Soy adicto al tacto. Me gusta tocar. Me gusta que me toquen. Y si no me tocan tengo síndrome de abstinencia: siento que muero, que nada vale la pena. Que el mundo es una mierda y que no tengo más ganas de perpetuar una existencia del orto sin un poco de tacto. Y si... cuando la necesidad ya te llenó los huevos no te queda otra que llamar al dealer. Claro... pero me robaron el celular y en un ataque de robinsoncrusoeismo me hago el despojado y hace 1 mes que me afanaron esa cadena pesada de este sistema esclavizante y estoy incomunicado, o conectado a esta poronga de pc como por cables, como si fueran venas (si me traes un papagayo o una pelela ni me levanto de la silla) Seeee... ya se que parezco enojado. Es porque lo estoy... See see... pero enojado conmigo, en cierta forma. Otra vez... por hacerme la cabeza al pedo. De todas formas... que soy adicto al contacto humano hace rato que lo estoy sospechando. Posta que me pone feliz. Y como toda felicidad (y como toda tristeza) es artificial, dependiente. Tacto-dependiente. Está bueno cuando eso se combina con alguien que te hace adicto al gusto, al olfato, a la vista, y al oído. Ni hablar si te volvés adicto al mambo que te genera... ahí ya se te va todo a la recontra mierda y te perdés. Casi como si te inyectaras heroína... bah... nunca probé... pero capaz que me hago una idea. En fin... Me voy a tocar un rato. Si... ahí abajo.

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