lunes, 31 de diciembre de 2012

Fuego que no apaga el viento

Un porro. Y entrar al agua y querer estar desnudo y libre, llevado por la corriente. Jugar a ir en contra y relajarse para volver sonriendo.
Un porro. Y saborear duraznos y venenos deliciosos. Mates y festejar las diferencias que nos unen. Compartir.
Un porro. Y viajar hasta un parador con arena hasta en el orto, escondido atrás de lentes oscuros, solo, pero conmigo, y ver chicos lindos. Y que me vean chicos lindos. Y chicas lindas. Y que me vean chicas lindas. Preguntarle que dice su tatuaje y no acordarme, pero era algo "del momento"... y sí.
Un porro.Transmutar mi sentido de la estética a fuerza de relajación y callar la mente. Observar, ver y participar.
Un porro. Y un atardecer que se desvanece desplegando un abanico de rayos de sol, que me recuerda que olvidarte es la mejor forma de tenerte presente, mientras la luna se enciende de rojo, y caminamos pegando la vuelta al hormiguero, con la arena entre los pies, con cada granito que se va cayendo mientras acaricia la espalda curtida por el sol. El short y la remera todavía húmedos con el agua del río y más arena. Un porro. Silencios acompañados de conversaciones introvertidas. Cambiarse bajo la luna. Saludar e irme surfeando el asfalto prendido fuego.